viernes, 30 de diciembre de 2011

¡Feliz año !




La historia de Ur de Morquintián

Capítulo II

Y fue a principios de aquel otoño cuando Ur, que había ido a hacer una visita a sus padres, caminó hasta la Playa del Lago y lo vio. Estaba encogido, sentado sobre una roca, y creyó que era una garza real. Al acercarse, descubrió que lo que había creído plumas no era sino la vestimenta rosa de Pi y, de pronto, se fijó en la calvorota y quedó prendada para siempre de su figura.

Se acercó a él con cautela y, poniendo especial cuidado en las palabras que escogía, le habló.

- Buenos días, soy Ur de Morquintián. ¿Y usted es..?

Pi se sobresaltó y se subió rápidamente la capucha para tapar su pelada cabeza, hecho que provocó un suspiro de desencanto en Ur.

- ¡Oh..!

- Buenos días - respondió él con timidez - . Soy Pi de Morpeguite.

- Nunca le había visto , aunque nuestras tierras están próximas. ¿Viene usted muy a menudo?

- No, sólo en el invierno.

“ ¡Qué raro! – pensó Ur -, a la playa se viene en verano”.

- ¿Tiene usted alergia al sol?- preguntó solícita.

- No, vengo a lamentarme. Tengo alergia al otoño y sólo me lamento en esta época.

- ¡Ah! Comprendo- dijo Ur educadamente, aunque la verdad era que no entendía nada-. Bien, no le molesto más. Espero volver a verle.

- Eso espero… en la primavera- suspiró él.

Y la vio alejarse con su porte de marquesa, la cabeza bien alta, como le habían enseñado, y toda vestida de azul. Pi no sabía que ese era el color preferido de Ur y que siempree lo elegía en los más variados tonos para ataviarse. Se quedó enamorado de sus anchas caderas y de su voluminoso cuerpo, pero, sobre todo, de los maravillosos rizos que brillaban en su cabeza y que cambiaban de color cuando se movían; parecía un arco iris en movimiento. Pensó que ella tenía lo que a él le faltaba y deseó poder tocar aquella mata de pelo por siempre.

Desde entonces, todos sus días los pasó planendo un acercamiento a la que ya nombraba como “ mi Ur…¡ah!”.

Se compró una docena de gorros: de copa, de ala ancha, con visera, con flecos, con volantes… para salir a buscarla; pero ella había hecho un viaje a la lejana villa de Ordoeste para proveerse de las semillas de su próxima cosecha, así como de varios ejemplares de palmeras que en aquella localidad crecían; sabía que eran una buena casa para las múltiples aves que volaban por Morquintián.

Estuvo ausente durante un mes en el que no dejó de acordarse del joven calvo que había visto en la playa; por eso, plantó las semillas pensando en su calvorota y , las palmeras, en sus perdidas melenas.



martes, 13 de diciembre de 2011

La mujer y la lectura

A lo largo de la historia, son muchas las mujeres que han disfrutado con la lectura, y muchos los artistas que las han elegido como tema de sus obras. Abre esta presentación y compruébalo.

Espero que os haya gustado.

viernes, 9 de diciembre de 2011

La historia de Ur de Morquintián (continuación)



En Morpeguite, el condado vecino, vivía Elpidio, un larguirucho, desgarbado y esmirriado muchacho que también acababa de emanciparse al heredar las posesiones de sus padres; éstos habían optado por irse de peregrinos para conocer mundo, pues sus múltiples ocupaciones, tales como jugar al golf o asistir a la ópera, se lo habían impedido.

Aunque Elpidio no conocía aún a la marquesa de Morquintián, tomó, al hacerse cargo del condado, una decisión similar a la de ella: decidió acortarse el nombre para que le fuera mejor a su figura y, desde entonces, se hizo llamar Pi de Morpeguite.

Pi era un joven feliz durante seis meses del año; los otros seis languidecía en su mansión sin apenas salir de sus aposentos más que para asistir al baile de disfraces que en el mes de febrero se celebraba en todas las villas a la redonda. Allí ocultaba su pena bajo una estridente peluca de la que colgaban serpentinas y globos de colores. Y es que, al llegar el otoño, los rubios cabellos de Pi se iban cayendo como hojas marchitas y dejaban su cocorota monda y lironda hasta la nueva primavera, en la que brotaban de nuevo, como las flores del membrillero.

continuará...

domingo, 13 de noviembre de 2011

La roca de Tanios, de Amin Maalouf


"Lo que has aprendido es suficiente. Cree en mi experiencia, si estudias demasiado, no soportarás más vivir entre los tuyos. Debes instruirte justo lo necesario para ocupar tu lugar a la perfección. Eso es la sabiduría".
Estas son las palabras que Tanios escucha decir a su padre para convencerlo de que debe obedecer al jeque. Pero Tanios prefiere dejarse morir antes que dejar de aprender.
Eso temen todos que haga también cuando la joven de la que está enamorado es prometida en matrimonio; su futuro esposo será el hijo del jeque.

Si quieres leer este libro, que seguro te gustará, pídelo en la biblioteca del centro.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

La historia de Ur de Morquintián

Capítulo I

Urcesinda había nacido en una localidad costera, al oeste de la Península Ibérica. Sus padres, los marqueses de Morquintián, le enseñaron las tres cosas que todo miembro de la nobleza debía conocer para hacer honor a su clase: no dejar marca en el cristal por el que se bebe, no elevar el tono de voz por muy irritado que se esté y dominar el baile del cansaíto, danza en la que se mueven los brazos en alto al tiempo que se salta sobre una sola pierna y que agota de tal forma que en las veinticuatro horas siguientes lo más prudente es descansar. Sabiendo que los súbditos de Morquintián eran locos por el baile y que celebraban uno cada tres días, no era de extrañar que considerasen esta destreza de gran importancia para la futura marquesa.


Por su parte, el marqués , gran entendido en peces de río, añadió una condición más: que Urcesinda supiese distinguir una trucha de un reo. Afirmaba que, dado su extraordinario parecido, una vez apreciadas las diferencias, le enseñaría a desentrañar embustes y trampas, tan abundantes entre las gentes de su clase.




Una vez que consideraron que Urcesinda estaba preparada, decidieron coger una jubilación anticipada y dejar el marquesado en sus manos y en sus redondas posaderas. Se retiraron, por tanto, a una casita de campo, en un paradisíaco lugar, en donde pudieron dedicarse a lo que siempre habían deseado: él, a cultivar coliflores y ella, a llevar el rebaño de ovejas a pastar al campo. Cada una de éstas portaba un cencerro de diferente tamaño que emitía un tilín-talán-tolón que llenaba el valle de música y hacía que las coliflores tomasen un tono rosado con picos morados que las hacía exquisitas.

Cuando Urcesinda se quedó sola con sus posesiones, tomó la primera decisión de su marquesado: acortarse el nombre, que, además de largo, daba idea de fragilidad, lo cual no estaba de acuerdo con su aspecto robusto y sano. Así, a partir de entonces, se hizo llamar Ur de Morquintián.

(continuará...)

domingo, 23 de octubre de 2011

Sé lo que estás pensando, de John Verdon

¿Qué dirías si recibieras una carta anónima en la que pusiera algo así?:
"Si alguien te pidiera que pensaras en un número, yo sé en qué número pensarías ¿No me crees? Te lo demostraré. Piensa en cualquier número del uno al mil: el primero que se te ocurra. Imagínatelo. Ahora verás lo bien que conozco tus secretos. Abre el sobrecito."

Y, si al abrir ese sobrecito, descubrieras que allí está el número que acabas de pensar, ¿qué sentirías?
Este es el comienzo inquietante del que arranca la historia de este libro. Además, la relación del investigador y su esposa Madeleine, te adentrará en el mundo personal de esta pareja y en lo complicada que resulta a veces la convivencia.
Pasarás un buen rato si te decides a leerlo porque ese y no otro es su objetivo.

viernes, 14 de octubre de 2011

El Nobel se queda en casa

La Academia Sueca ha concedido el Premio Nobel de Literatura 2011 al escritor y poeta sueco Tomas Tranströmer, que nació el 15 de abril de 1931 en Estocolmo.



Su interés por la naturaleza y la música impregna gran parte de su obra. Entre sus principales libros se encuentran El cielo a medio hacer, Poemas selectos y visión de la memoria y 29 jaicus y otros poemas.





Contexto




Mira el árbol gris. Fluyó el cielo


por sus fibras hasta la tierra
una nube arrugada solo queda


cuando bebió la tierra. Espacio


robado se retuerce en trenzas de raíces
se trama en verdor. Breves instante


de libertad se alzan de nosotros, remolinean


por la sangre de las Parcas y aún más allá.