La vida de Mary discurre al ritmo de las estaciones y entre las agotadoras faenas de la granja con un padre colérico, una madre dura, tres hermanas mayores y un abuelo paralítico al que quiere y cuida.
Cuando se ve obligada a abandonar su casa, todo le parece extraño, incluso las pequeñas comodidades de las que no ha disfrutado hasta entonces. La vida, piensa, era mejor en la granja, donde hacía lo único que sabía: trabajar desde el alba al anochecer; pero todo lo sufrirá con resignación para conseguir descifrar las extrañas rayas negras que ve en los libros. Aprender a leer se convierte para ella en su razón de ser. Por eso conocemos su historia, porque ella nos la cuenta.
Poética, terrible, aparentemente sencilla y con un humor ingenuo. No deja indiferente.
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