A veces dan ganas de dejar de leerlo a pesar de lo bien escrito que está; es despreciable constatar en las palabras textuales de sus autores (hombres y mujeres) el tratamiento de menosprecio, servilismo y dependencia al que era sometida la mujer en la posguerra. La vida de esta se limitaba a un discurrir discreto y sin estridencias, a un no ser, a criar hijos y a hacer agradable la vida del hombre con quien se había casado, sin importar para nada su propia satisfacción; en una palabra: un florero.
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