En su lecho de muerte, aquel hombre que había sido un dios, reconocido y temido al mismo tiempo, bucea en sus recuerdos para descubrir aquel sabor con mayúsculas superior a todos los demás.
En un alarde de conocimientos y con una continua alusión a los sentidos, la autora no abandona el humor tan propio de su obra, que estalla en las últimas páginas de esta historia.
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